
Intrigado, el joven siguió preguntando: "¿Cuál era la segunda cosa?" "Que nadie hace sufrir a nadie. Nadie tiene el poder de hacerte daño emocionalmente sin tu consentimiento. ¡Es imposible!", respondió el abuelo. "Pero entonces, ¿por qué me duele cuando alguien me insulta?" "Lo que te duele no es el insulto, sino lo que tú decides hacer con el insulto. Si decides tomarlo, entonces sientes dolor. Pero si optas por desecharlo, ya verás cómo no sentirás ningún daño. Es cierto que no puedes controlar ni cambiar lo que te sucede, pero siempre puedes elegir la forma en la que te lo tomas. En eso consiste la libertad interior." Seguidamente, el joven dijo: "Entonces, si nadie puede hacerme sufrir, de nada sirve victimizase ni culpar a los demás, pues he sido yo quien me he perturbado a mí mismo por no saber tomarme las cosas que me pasan de otro modo." "Exacto. todavía no sabes como hacer eso. Pero si sigues con esta actitud honesta y humilde, no tardarás en aprenderlo. Como en la vida, es una cuestión de entrenamiento".
No se quien es el autor, la historia la leí en Facebook, me gustó y decidí compartirla. Espero que os haya gustado. Un saludo.
Llamada Al Despertar
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