martes, 1 de abril de 2014

EXPERIENCIA VERDE, ROJA Y AZUL

Siempre he sido una persona que ha mostrado una actitud bastante escéptica frente a aquello que no se puede ver o explicar (al menos no con argumentos científicos).

No sé exactamente en qué momento surgió en mis adentros otra forma de entender la vida, supongo que, como casi todo, fue un cambio gradual del que he sido consciente hace no mucho tiempo.

Y, ahora, pienso que si algo nos parece increíble, poco factible o incluso ilógico no quiere decir que no sea posible, simplemente es que no lo entendemos. Y si de momento hay algo que no tiene lo que algunos llaman “un sólido argumento científico” eso no significa que en un futuro no pueda tenerlo.

En lo que se refiere al mundo espiritual, creo que mucha gente debería ser de mente más flexible, menos terca.  Preguntarse más a menudo por qué tienen unas creencias y conductas y no tienen otras (amén de tantas cosas que uno se puede preguntar…). Al respecto citaré una frase de John Dee (un matemático, astrónomo, ocultista y consultor astrológico de la reina Isabel I): “Quien no comprenda, que calle o que aprenda”.

Dicho esto, os voy a contar mi experiencia con la visión del aura o “campo energético”:

Un día en el que tenía muchas preguntas pululando por mi cabeza y pocas cosas más que hacer aparte de ello, me puse a buscar información sobre qué era el aura y cómo se podía ver. Encontré un método que puse en práctica. Consiste en mirar nuestra mano (parece ser que en las extremidades la intensidad del aura es mayor), la cual se sitúa sobre un fondo negro o blanco (a cada cual le va mejor uno de estos dos), con la mirada desenfocada (o enfocada a todos sitios, depende como se mire, nunca mejor dicho).

Los primeros momentos sólo conseguí que me lagrimearan los ojos. Después, comencé a ver algo. Un brillo sutil. La verdad es que me decepcioné un poco, pero insistí pasados unos días.

El primer color que vi rodeando mi mano fue un verde claro. Inmediatamente me puse a buscar el significado de ese color, como si de mi horóscopo se tratara. 

Pero empecé a dudar (¡qué mala es la duda!), no sobre el significado de mi color, porque creo que eso es algo más subjetivo, sino sobre si de verdad era el aura lo que había visto o si era un simple efecto óptico que apareció tras forzar los ojos. “Es un verde muy parecido al que a veces veo cuando entro a casa después de haber estado al sol”, me dije.

Menos mal que probé de nuevo, porque con la práctica se aprende a controlar más ese desenfoque en la mirada y no tienen por qué llorarte los ojos. Seguí viendo ese verde un tiempo, pero ya llevo varios meses que veo mi mano rodeada de color rojo y azul eléctrico. Me encanta. Estoy casi segura de que esa variación está representando mi cambio de percepción de la vida.

El siguiente paso es intentar ver el aura en otras personas. Prometo contaros la experiencia.

PD: Se supone que los niños tienen la habilidad para ver el aura, pero la van perdiendo (tal vez porque la sociedad misma les enseña a ver de una forma y no de otra). Pienso que deberíamos ser todos un poco más niños… Mientras tanto, recordad que lo más importante es invisible a los ojos…

              S.N.G

No hay comentarios:

Publicar un comentario